Todos conocemos a las personas trastornadas que sufriendo el síndrome de Diógenes convierten su casa en un estercolero o aquellas que llevadas por la soledad y una pasión desaforada por los animales terminan rodeadas de gatos hasta que cuando mueren la falta de pienso hace que se lleguen a comen su cadáver.
No sé si James Cameron guarda cosas sin sentido ni adora a los gatos, pero lo que está claro es que tiene una fijación especial por la cámaras RED, porque cada vez que tiene un momento libre empieza a comprarlas como si fueran lacasitos.
Gastarte 58.000 dólares en una cámara puede parecerte una barbaridad, pero para los directores de superproducciones multimillonarias es como si las regalaran en los paquetes de cereales.
Vale que las RED 4K EPIC-M con sus soportes de titanio, pantallas táctiles de 5″, grabación en alta definición muy por encima de 1080p, grabación a 60fps y sistema SSD para guardar los vídeos pueden ser necesarias para crear algo con la mejor calidad, pero 50 cámaras tal vez sea excesivo.
Esas son las que James Cameron ha comprado para la secuela de Avatar, pero Peter Jackson ya lleva otras 30 para el Hobbit y así una lista de directores que probablemente como sigan así terminarán poniendo cámaras en la cabeza de cada extra.
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